Por: Iván Zambrano
El
Parque Nacional Cotopaxi se encuentra ubicado a 60 km. aproximadamente desde la
ciudad de Quito, perteneciente a la provincia de Cotopaxi. Desde la parte más
baja nos encontramos a unos 3.400 msnm (metros sobre el nivel del mar) y con
una temperatura entre los 6º a 12º C. Esta zona tiene una vegetación y bosque
muy húmedos, especialmente se observa el pino y plantas características de los páramos
andinos.
Nuestro
paseo fue llevado a un nivel de experiencia extraordinariamente maravillosa porque
no nos íbamos a contentar solamente con conocer los alrededores del parque sino que
decidimos hacer una caminata hacia las faldas del volcán Cotopaxi.
La
caminata fue llena de emoción; mientras subíamos
nos encontramos muy cerca de la nieve del volcán y llegamos a una altura aproximada de 4.500 msnm y con
una temperatura de 3º a 5º C.
Cada
uno de nosotros tenía expectativas diferentes y alguno que otro no soñó estar en
dicha situación. Mientras tanto a la altura en que nos encontrábamos ya no veíamos
vegetación pero si abismos asombrosos que son las rutas de evacuación para la
lava cuando el volcán decida
despertarse. La tierra que estuvimos pisando fue en su tiempo lava, al mismo
tiempo el paisaje que podíamos contemplar desde esta altura fue más que asombroso…
Luego
el P. Emilio Jiménez tomando las medidas pertinentes del caso nos compartió algunos
consejos y exhortaciones prácticos para vivir esta gran experiencia.
Sin
duda alguna lo vivido en la cercanía y lo maravilloso de la creación de nuestro
amoroso Dios y Señor siempre nos invitará a sumergirnos en alabanzas infinitas.
Posteriormente
pudimos conocer la laguna de Limpiapungo, un lugar admirable por su belleza,
tranquilidad y llena de diversidad de animales. En este lugar y precisamente en la zona de camping
celebramos con fervor la Santa Eucaristía. Aquel lugar nos permitió vivirla en
la cercanía más íntima de las manos de nuestro Creador y Dios.
«Eres
digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú
has creado el universo; porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.» Ap 4, 11.
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